Silent Light

As night-time falls
a space unfolds:

A dream floating free from doubt’s shadow.

As night’s light pales
a rhythm retreats:

The light untouched by words.

Luz silenciosa

El espacio que se abre
es la noche que comienza:

Un sueño flotando sin sombra de duda.

El compás que se cierra
es la noche que termina:

La luz que las palabras no tocaron jamás.

There is a Light

There is a light whose source,
as hard as we try to find it,
escapes our understanding
but not our senses.

A light still there
glowing in the darkness
even after we switch off
the patient bedside lamp
with tired eyes and sleep so close.

A light like a guide showing us one rule:
the center is everywhere.

Hay una luz

Hay una luz cuyo origen
por más que nos esforzamos en descubrir
escapa a nuestra inteligencia
pero no a nuestra sensibilidad.

Una luz que sigue allí
brillando en la oscuridad
aun cuando hayamos apagado ya
el foco de la paciente lámpara
con los ojos irritados por el cercano sueño.

Una luz que como guía nos señala el principio:
el centro está en todas partes.

Silent Light?

That sharp buzz is the stars;
that deep roar the earth.

Nothing is silent out there.

That sharp buzz is my neurons firing;
that deep roar my blood.

In here? No, not here either.

¿Luz silenciosa?

Ese zumbido agudo son las estrellas;
ese rumor profundo es la tierra.

No hay silencio allá fuera.

Ese zumbido agudo es el sistema nervioso;
ese rumor profundo es la sangre.

Acá dentro… tampoco.

Amarcord

It arrived like all great things arrive: without a sound.

Sketching on a napkin while waiting for his favorite dish—spaghetti alla puttanesca—he wrote a word: Hammarcord.

Suddenly he remembered that in the Romagnol dialect (Fellini was born in Rimini) “Amarcor” means “I remember.”

Amarcord: I remember…

The sea, the countryside and snow; an old accordion player, the opulent breasts of the shopgirl and a remarkably flexible young woman; Gradisca’s black satin dress, a peacock in the snow and the Grand Hotel; the coming of spring and the Fulgor theatre; dancing in the mist, the car’s headlights and an ox in the fog; castor oil, the arrival of a great ocean liner and all those dandelions.

Memory imposes its inexorable law: my fondest memories are now my least faithful, worn out from visiting them so often.

The more I remember the farther I get from what truly happened… more and more books and art are taking the place of life.

It’s not loyalty but desire that feeds my memory. I am not who I am but rather who I wish I could be.

Hammarcord

Llegó como llegan todas cosas grandes: sin hacer ruido.

Garabateando en una servilleta mientras esperaba su platón favorito—spaghetti a la puttanesca—escribió una palabra: Hammarcord.

De pronto recordó que en su dialecto de la Romagna (Fellini nació en Rímini) ‘yo recuerdo’ se dice Amarcor.

Amarcord: yo recuerdo…

El mar, la campiña y la nieve; el viejo del acordeón, la tendera de pechos opulentos y la joven más flexible; el vestido de raso negro de la Gradisca, el pavorreal en la nieve y el Grand Hotel; la llegada de la primavera y el cine Fulgor; el baile en la bruma, los faros del coche y el buey en la niebla; el aceite de ricino, la llegada del gran transatlántico y el diente de león.

La memoria impone sus leyes inexorables: mis recuerdos más entrañables a fuerza de visitarlos tanto son los menos fieles.

Entre más recuerdo más me alejo de lo sucedido… más y más la literatura y el arte van tomando el lugar de la vida.

No es la fidelidad sino los deseos los que informan mi memoria. Yo no soy quien soy sino quien quisiera ser.

Light in the Quince Tree

It’s fall, Madrid is rainy,
and Antonio López has set up
an enormous umbrella over his quince tree…

There he is, beneath his plastic awning, painting,
while rainwater streams down around his feet
rather than soaking him to the bone.

The fruit of the tree
he himself planted in his yard
has finally become ripe enough to paint.

And throughout his life
he has painted it many times.

Every year, when fall comes,
he feels the need to do it again.

While he works,
he listens to news on the radio
of the dreadful—like all of them—Gulf War.

A passing Asian couple
suggests it would be easier
to just trace the tree from a photo.

Antonio López tells them
that working there, beside his tree,
is much better in every possible way.

“I don’t know if others see things the way I do.”

Will he be done before the quince fall?
He doesn’t know and may not care;
he’s been working for a month.

See those wires?
They make the grid he uses
to position the forms on his canvas.

And that sunlight?
The sun fades fast on his patio.
It’s all ephemeral, all marvelous.

La luz en el membrillo

Es otoño, llueve en Madrid,
y Antonio López ha hecho levantar
un paraguas gigante para el membrillero…

Allí está él, bajo el toldo de plástico, pintando.
Canaliza el agua que hay bajo sus pies
para no calarse hasta los huesos.

El arbolito que él mismo
plantó en el jardín de su casa
ha madurado ya para que lo pinte.

Y a lo largo de su vida
lo ha pintado muchas veces.

Cada año, al llegar el otoño,
se renueva en él esta necesidad.

Mientras pinta,
oye la radio con las noticias
de la infame—como todas—Guerra del Golfo.

Una pareja de orientales
le señala que sería más fácil
copiar el membrillo de una foto.

Antonio López les responde
que trabajar allí, junto al árbol,
es lo mejor en todos los sentidos.

“No sé si los demás ven lo mismo que yo.”

¿Terminará antes de que caigan las frutas?
No lo sabe y tal vez no le importa;
lleva un mes trabajando.

¿Y esos hilos?
Son las coordenadas
que usa para situar sus elementos.

¿Y el sol?
El sol casi no dura en este patio.
Lo que tiene de efímero, lo tiene de maravilloso.